Tengo un catalejo, con el la luna se ve, Marte se ve, hasta Plutón se ve, pero el meñique del pie, no se me ve.
Catalejo
Duele decirlo, pero en Cuba no queremos saber la verdad. Todo el mundo la ve, a veces incluso la verdad te hiere cuando te toca, pero cual émulos de Mizaru, Kikazaru e Iwazaru, los tres monos sabios, no vemos el Mal, no escuchamos el Mal y no hablamos sobre el Mal. Un año de silencio escalando los niveles correspondientes me reafirmaron lo que ya sabía desde hace mucho: la sociedad cubana se está pudriendo desde adentro y mucho peor, desde arriba.
No es pesimismo, es la cruda realidad que como siempre digo, está a la vista de todos. Lo peor del asunto es que a nadie, o a casi nadie (que no es lo mismo, pero es igual) le importa. Somos testigos mudos de como la podredumbre nos consume pero estamos demasiado ocupados, como en los tiempos de nuestros aborígenes, pensando en que comer, buscando que comer o especulando que vamos a robarnos para comer.
Este artículo muy bien puede tener como nombre “Cómo matar la última obra de Fidel Castro”. Seamos sinceros, el Comandante ha sido faro y guía en el proceso revolucionario pero lo que no evoluciona se muere. Así ya no tenemos escuelas de instructores de arte, ya no se habla de trabajadores sociales, hace mucho que se perdieron en casi toda Cuba las escuelas al campo y los Pre en el campo. A la UCI (Universidad de Ciencias Informáticas) se le unieron por un tiempo los IPI (Institutos Politécnicos de Informática) pero estos también penaron tras atragantarse con más recursos que beneficios y no encontrar la salvación en la moringa. El tiempo no pasa en vano y lo que no prospera sucumbe.
Llegó Raúl, algo cambió, por lo menos salimos del letargo y rectificamos los errores cometidos al rectificar otros errores y levantamos prohibiciones (al menos en el papel) a cosas que nunca debieron estar prohibidas. Entre otras ideas felices y ya casi olvidadas que ha tenido el Comandante, quedaban los Joven Club de Computación (JCC), y una vez, también de Electrónica, una de las últimas joyas de la corona. En tiempos donde un niño de nueve años ya estudia Word en las escuelas, los JCC ¿evolucionaron? e incluso hicieron suyas “tareas” del momento para garantizar su supervivencia a cualquier costo. Claro, cualquier costo, siempre tiene un costo y aquello de “tarea” nos recuerda a la antigua metrópoli que la UJC representaba para los JCC.
Al mando de la “tropa” de Joven Club está desde hace bastante tiempo Raúl Vantroi. No lleva tanto tiempo a cargo como los que dirigen este país (remember Conducta) pero sídemasiado para una persona que no sabe mucho de informática, menos de electrónica, y que piensa que lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe. El hombre me confesó que él no es un experto en informática, por eso se ha rodeado de un equipo de personas que sí lo son. Sobran las palabras y sobra Vantroi. Sigue leyendo →