Como saber que vamos por el camino correcto en Cuba
Dicen los mayores que la Revolución en sus inicios no le dijo a la gente “cree”, sino “lee”. Es decir, el razonamiento es muy importante, sin embargo, hoy muchos de nuestros dirigentes nos piden que creamos, y ponemos todas nuestras aspiraciones de mejoría en una fecha tan lejana como el 2030. El asunto se complica para todos aquellos que seguimos el consejo original y leímos… tal vez de más, tal vez donde no debíamos o de quien no debíamos, pero incluso leyendo “en el momento, el lugar y el autor adecuado”, podemos equivocarnos.
Martí, el Apóstol, el Héroe Nacional, desde hace mucho no tiene “Obras Completas”, sino “Obras Completas revisadas”, o lo que es lo mismo, incompletas. Alguien decidió lo que podíamos o no leer, porque tal vez nuestras confundidas mentes podrían divagar en la intelectualidad de este brillante cubano del siglo XIX. Fidel trazó el camino y nos invitó a cambiar todo lo que debía ser cambiado, pero en realidad nuestro alcance transformador es ciertamente limitado.
Ingresar a las organizaciones políticas, un orgullo indiscutible, es un proceso complicado para aquellos que luchan con inteligencia y realismo, como pidió el Comandante, mientras que se sigue premiando al que más alto grita las consignas alejado de sacrificios y ajeno a la modestia.
¿Será de verdad tan malo tener dudas que nunca nadie ha tenido la capacidad de aclararnos? ¿Cómo saber que vamos por el camino correcto cuando la economía florece solo en nuestros televisores, a pesar de las garantías faltan educadores en la escuela del barrio o la calidad de los servicios de ETECSA empeora? ¿Cómo saber de igualdades y realidades cuando los que escriben la “globósfera” cubana son casi siempre financiados por uno u otro bando y responden a estos intereses?
Si algunos de estos blogueros pudieran nos prohibirían pensar, ya que en sus escritos difamatorios no son muy diferentes de los juicios de Salem, mientras que sus acólitos se dejan llevar por el extremismo político de uno u otro bando, exigiendo frenéticamente la sangre (o al menos la Internet) de estos librepensadores.
¿Cómo saber que en Cuba si es posible debatir cuando algunos andan con sus pupilas insomnes tras los pasos de Joseph McCarthy, acusando, denunciando e iniciando procesos sospechosos contra todos aquellos que se atreven a describir una realidad diferente a la que pintan en sus blogs?
Cuba se pierde en los detalles y al final a veces se olvida de los resultados. ¿De verdad vamos por el camino correcto? Agradecería respuestas.