Tiburón corrompe y salpica en Cuba

Por estos tiempos la corrupción campea por su respeto en Cuba malogrando los esfuerzos de unos pocos de utilizar sabiamente las escasas arcas de nuestra maltrecha economía. Los inspectores y otros encargados del control circulan por ahí con ¿mochilas y bolsos?, tal vez para cargar la “enorme cantidad de multas que imponen”, aunque lo más probable es que sus objetivos sean mucho más prosaicos. Una mano lava a la otra y las dos, desangran a puñaladas los recursos que se deberían destinar a otras cosas mientras que los dueños de los bolsos y las mochilas miran a otro lado. 

Lo peor es el “sociolismo” entre cuadros, donde uno pone la cerveza y otro el puerquito, sin que nada de eso salga de sus bolsillos. ¿De qué otra manera puede ser que un económico desfalque 28 millones de pesos en La Habana, un administrador de bodega se pague su viaje a Chile con 170 000 pesos o un dependiente de una cafetería en divisas deba la friolera de 12 000 dólares?

Nadie roba, tan solo luchan. Los dirigentes ni eso, ellos malversan y desvían y en muchas ocasiones sus sanciones son poco más que unas palmaditas en la espalda y el “plan pijama”, hasta que todo se calme. Luego, como todo el mundo sabe, este dirigente se recicla a otra esfera para que pueda diversificar los estragos. El compromiso entre ellos por lo de que “recuerda que yo te sé a ti” nos lleva a este eterno reutilizamiento de cuadros incompetentes y corruptos. Después hay quién se pregunta por qué la economía no mejora en Cuba. Pero la culpa, la maldita culpa, siempre tendrá ahí al bloqueo para que cargue con todos los errores y vicios humanos. Al final, tiburón se baña, pero salpica.