En tiempos de crisis económicas y calentamiento global no estaría de más un Nostradamus que con sus profecías avizorara el futuro, mucho más en esta calurosa isla caribeña que intenta enrumbarse hacia la solución de los reclamos de su pueblo. Los noticieros son copias editadas de TeleSUR donde se omite a este o a aquel nombre del deportista cubano que “traicionó”, mientras que la prensa responde siempre a intereses oficiales que no tienen por qué invariablemente coincidir con los del pueblo.
Nuestros medios casi siempre desorientados se debaten entonces en saber quién llegó primero, si la gallina o el huevo, o por dónde es que le entra el agua al coco, ya que no logran explicarse por qué una tras otra las comprobaciones al Control Interno elevan o mantienen las deficiencias, nacen menos niños en Cuba, o los planes que se cumplen en las Asambleas de Balance no llenan los platos de esos ciudadanos que se indignan ante las curvas de nuestros medios para hallar una solución. Sigue leyendo